Finalmente se dio a conocer la anunciada reestructuración del Consejo de Ministros. De acuerdo al objetivo planteado de lograr “una estructura más compacta y funcional, con menor número de organismos de la administración central del Estado y una mejor distribución de las funciones que cumplen” se podía esperar una modificación sustancial de la composición ministerial, sin embargo, lo que se observó fue un mayor énfasis en cambios en las figuras que iban a ocupar distintas instancias de poder dentro de la estructura del gobierno.
En mi opinión, lo más relevante de los cambios producidos fue lo siguiente:
1. La sustitución de Carlos Lage como Secretario del Consejo de Ministro, identificado por algunos como el arquitecto de las tímidas reformas introducidas en los años 90. Aunque para muchos esto constituyó una sorpresa, realmente su salida flotaba en el ambiente ya que desde hacía más de seis meses estaba desaparecido de los espacios noticiosos cubanos. Viendo la Nota Oficial del Consejo de Estado en la que se plantea con claridad que la posición de Secretario del Consejo “no constituye legalmente una instancia con facultades de decisión en materia gubernamental, ni se le atribuye protagonismo alguno en la dirección del Gobierno” es perfectamente comprensible que un hombre de la proyección de Lage, quien se había convertido en la práctica en una especie de Primer Ministro, no podía continuar ejerciendo en un cargo que ahora está devaluado. Si su destitución se debió a que perdió la confianza política de los máximos líderes, ¿por qué mantiene su posición de Vicepresidente del Consejo de Estado?.
2. La sustitución de Felipe Pérez Roque. Al parecer, su remoción también se debió a perdida de la confianza política. De cualquier forma, con su salida se puede mejorar la imagen de la Cancillería cubana, con la presencia de un nuevo Canciller más profesional, más aceptable en los círculos diplomáticos internacionales, menos ideologizado y menos adicto a los “discursos de barricada” como su antecesor.
3. Se incrementó la presencia de los militares en el aparato gubernamental con la promoción de otros dos generales.
4. La composición generacional dentro del Consejo de Ministro se mantuvo prácticamente inalterable.
5. Los cambios han traído caras nuevas al Consejo de Ministro, pero no caras frescas, ya que los sustituyentes provienen de otras instancias o niveles del poder administrativo o de la cúpula partidista.
Pienso que es muy prematuro tratar de encontrar en estas sustituciones alguna clave que permita revelar el carácter de las reformas que podría introducir Raúl Castro en el futuro, si es que realmente hay planteada tal posibilidad. Lo cierto es que los cambios producidos en el Consejo de Ministro es una evidencia más de la decisión de Raúl de ejercer con seriedad su papel de figura máxima del país y de la necesidad que tiene de consolidar su poder, rodeándose de figuras leales que le apoyen en la tarea de implementar su programa de gobierno. En esta sentido, posiblemente veremos más cambios en las distintas instancias administrativas y políticas a lo largo de este año, proceso que pudiera culminar con el anunciado Congreso del Partido Comunista, que debe celebrarse a finales del 2009, donde deberán quedar totalmente conformado los máximos cuerpos de dirección partidista.
En mi opinión, lo más relevante de los cambios producidos fue lo siguiente:
1. La sustitución de Carlos Lage como Secretario del Consejo de Ministro, identificado por algunos como el arquitecto de las tímidas reformas introducidas en los años 90. Aunque para muchos esto constituyó una sorpresa, realmente su salida flotaba en el ambiente ya que desde hacía más de seis meses estaba desaparecido de los espacios noticiosos cubanos. Viendo la Nota Oficial del Consejo de Estado en la que se plantea con claridad que la posición de Secretario del Consejo “no constituye legalmente una instancia con facultades de decisión en materia gubernamental, ni se le atribuye protagonismo alguno en la dirección del Gobierno” es perfectamente comprensible que un hombre de la proyección de Lage, quien se había convertido en la práctica en una especie de Primer Ministro, no podía continuar ejerciendo en un cargo que ahora está devaluado. Si su destitución se debió a que perdió la confianza política de los máximos líderes, ¿por qué mantiene su posición de Vicepresidente del Consejo de Estado?.
2. La sustitución de Felipe Pérez Roque. Al parecer, su remoción también se debió a perdida de la confianza política. De cualquier forma, con su salida se puede mejorar la imagen de la Cancillería cubana, con la presencia de un nuevo Canciller más profesional, más aceptable en los círculos diplomáticos internacionales, menos ideologizado y menos adicto a los “discursos de barricada” como su antecesor.
3. Se incrementó la presencia de los militares en el aparato gubernamental con la promoción de otros dos generales.
4. La composición generacional dentro del Consejo de Ministro se mantuvo prácticamente inalterable.
5. Los cambios han traído caras nuevas al Consejo de Ministro, pero no caras frescas, ya que los sustituyentes provienen de otras instancias o niveles del poder administrativo o de la cúpula partidista.
Pienso que es muy prematuro tratar de encontrar en estas sustituciones alguna clave que permita revelar el carácter de las reformas que podría introducir Raúl Castro en el futuro, si es que realmente hay planteada tal posibilidad. Lo cierto es que los cambios producidos en el Consejo de Ministro es una evidencia más de la decisión de Raúl de ejercer con seriedad su papel de figura máxima del país y de la necesidad que tiene de consolidar su poder, rodeándose de figuras leales que le apoyen en la tarea de implementar su programa de gobierno. En esta sentido, posiblemente veremos más cambios en las distintas instancias administrativas y políticas a lo largo de este año, proceso que pudiera culminar con el anunciado Congreso del Partido Comunista, que debe celebrarse a finales del 2009, donde deberán quedar totalmente conformado los máximos cuerpos de dirección partidista.