sábado, 24 de enero de 2009

REFLEXIONES DE UNA REFLEXION

El prolongado silencio de Fidel Castro luego de escribir sus Reflexiones a un promedio de nueve mensuales durante el 2008 había alimentado las especulaciones sobre la posibilidad de que estuviera agonizando. Mucho ayuda al desencadenamiento de los rumores por su salud el hermetismo oficial sobre el tema, que lo han llevado al nivel de “Secreto de Estado” y también los diferentes intereses que muchos (dentro y fuera de la isla) tienen al participar de los mismos: algunos expresan genuina preocupación sobre su situación, otros porque ven en la desaparición física del Comandante la solución de los problemas de Cuba y hay quienes sienten que la única forma de saciar su odio hacia el líder de la Revolución es verlo seis pies bajo tierra.

Lo cierto es que no es la primera vez en los últimos dos años y medio que desaparece del ojo público y vuelve aparecer, como ahora, que publicó de nuevo sus Reflexiones. Y esta secuencia de desaparición-especulaciones-aparición se ha convertido en una especie de juego morboso que, según un buen amigo, es digno de una novela de Stephen King, agregándole elementos pintorescos al buen estilo de Gabriel García Márquez.

Pero por si fuera poco, esta última Reflexión publicada en el periódico Granma el 23 de enero contribuye a echarle más leña al fuego al controversial tema de la vida y muerte de Fidel. En una parte él señaló: “Yo estoy bien, pero insisto, ninguno de ellos (se refiere a los dirigentes del Partido y del Gobierno) debe sentirse comprometido por mis eventuales Reflexiones, mi gravedad o muerte”. Más adelante, agregó una nota bien enigmática: “Recibo información y medito sosegadamente sobre los acontecimientos. Espero no disfrutar de tal privilegio dentro de cuatro años, cuando el primer período presidencial de Obama haya concluido”.

¿Qué quiso decir Fidel con estas palabras?. ¿Acaso será un reconocimiento que su condición médica es irreversible y siente que su tiempo se está agotando?. Si este fuera el caso, sería un reconocimiento valiente de su parte habida cuenta que muchos seres humanos se resisten a aceptar lo inevitable y en el caso particular de él esa renuencia pudo haberse magnificado después de haber burlado la muerte en múltiples ocasiones, en algunas de ellas, con una buena dosis de suerte: no pereció en el asalto al cuartel Moncada, cuando salió de allí fue detenido por un oficial que fue condiscípulo suyo y que en una demostración suprema de valentía se negó cumplir la orden dada por Batista de no dejar con vida a ninguno de los asaltantes al cuartel; posterior al desembarco del Granma salió ileso de la emboscada de Alegría de Pío y del cerco montado por el ejército batistiano a las tropas rebeldes en la primavera de 1958 y además, sobrevivió a los múltiples intentos de asesinatos planificados por la CIA.

Pero más interesantes son estas otras palabras: “He reducido las Reflexiones tal como me había propuesto para el presente año, a fin de no interferir ni estorbar a los compañeros del Partido y el Estado en las decisiones constantes que deben tomar frente a dificultades objetivas derivadas de la crisis económica mundial”. ¿Será acaso una confirmación de otros rumores circulados de que desde su lecho de convaleciente ha interferido en la labor de su hermano al frente del país?.

Bueno, ya he agotado mi cuota de participación en este juego morboso de las especulaciones en torno a la salud de Fidel; a lo que hace y deja de hacer. Creo que es hora de dedicarme a cosas más provechosas.

domingo, 18 de enero de 2009

LA PRENSA, OBAMA Y FIDEL

Es realmente abrumadora la cobertura de prensa sobre Barack Obama, tan abrumadora que por momentos me cansa por lo repetitivo de los análisis y temas que cubre. Se inició desde que él se convirtiera en algo así como un wildcard de la contienda primarista demócrata y se ha intensificado en estos últimos días en víspera de su toma de posesión como Presidente de los Estados Unidos. Y no es para menos: primer afronorteamericano que llega a la presidencia y que con su verbo, manejo de las tribunas y personalidad contagió a millones norteamericanos con la esperanza de que el país marchará por mejores rumbos en el futuro venidero.

De acuerdo a la situación y prioridades existentes en cada territorio, así han sido los temas más enfocados. En Puerto Rico, por ejemplo, la prensa ha trabajado mucho los posibles beneficios que obtendría la isla de los programas de ayuda económica que Obama ha anunciado que implementará; en Miami el énfasis ha sido el análisis de la posible política que él podría seguir con respecto a Cuba.

La unión de las esperanzas surgidas en sectores de la población norteamericana con el enamoramiento de los medios masivos de comunicación ha hecho ya de Obama un ícono de la política norteamericana, aún antes de que enfrente los retos del poder. Y los retos que tiene por delante son colosales: la crisis económica más intensa desde la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado, una nueva erupción en la crisis del Medio Oriente, la situación de Irak y Afganistán y sobre todo el poder satisfacer las expectativas creadas en la masa de votante que lo catapultó a la Casa Blanca. Precisamente, estos retos harán que Obama siga siendo un objetivo preferente de la mass media. No le perderán pie ni pisada. Reportarán y evaluarán todo lo que haga y deje de hacer; lo subirán y lo dejarán caer con mucha frecuencia. Así es la prensa, no puede ser de otra forma.

Lo de Obama me recuerda el tratamiento que la prensa mundial le ha dado a Fidel. No se puede negar que Fidel cautivó a los medios masivos desde aquella famosa entrevista que dio en la Sierra Maestra al periodista Hebert Matthews y publicada en el New York Times el 24 de febrero de 1957. Desde el triunfo de la revolución la prensa lo ha monitoreado constantemente, lo ha seguido por doquier, lo ha evaluado, lo ha ensalzado y lo ha crucificado. Cientos de miles de páginas y horas de transmisiones televisivas y radiales se han empleado para cubrir todo lo que ha acontecido en torno a su figura emblemática. Muchos periodistas y medios de prensa han obtenido buenos ratings por realizar entrevistas del líder de la Revolución Cubana. Fidel ha aportado lo suyo para esa permanente atención a su persona. Más allá de su incuestionable carisma y de sus decisiones políticas, que siempre han sido imanes de atracción para el interés periodístico, él ha sabido manejar y manipular a ciertos medios para enviar mensajes en momentos particulares y también para hacer campañas de relaciones públicas en relación con su imagen.

Ahora que hay muchos rumores sobre el estado de salud de Fidel, que se especula que ha empeorado, que incluso, algunos dicen que murió, me pregunto: ¿cómo tratará la prensa su deceso?. ¿Qué evaluación hará de su vida y obra?. ¿La cobertura de ese suceso será tan abrumadora como la recibida hasta el momento por Obama?.

sábado, 3 de enero de 2009

EL VÍNCULO CRECIMIENTO ECONOMICO-BIENESTAR SOCIAL 50 AÑOS DESPUÉS

En vísperas del 50 aniversario del triunfo de la gesta revolucionaria cubana, el diario Juventud Rebelde interrogó a destacados economistas cubanos sobre el principal logro de la Revolución en su medio siglo de existencia y con unanimidad respondieron, con diferentes expresiones, el colocar el bienestar social como premisa de las transformaciones económicas.

Ciertamente, uno de los grandes logros sociales de la Revolución es haber garantizado libre acceso a la educación y a la salud a la totalidad de la población, pero bienestar social no es solo ofrecer escuelas, hospitales y médicos de forma gratuita. Bienestar social es ante todo una buena calidad de vida que implica tener garantizadas las necesidades básicas de todo ser humano. En Cuba nadie se muere de hambre, pero para “matarla” muchos tienen que apelar casi exclusivamente a las siete libras de arroz mensuales que se ofrecen por la libreta de abastecimientos o comer un mismo tipo de vianda día tras día; en la isla muchas parejas terminan consumando su unión matrimonial en el altar pero no bajo el mismo techo o compartiendo su vida de casados con suegros, tíos o sobrinos por no tener acceso a una vivienda modesta; un joven se puede devanar los sesos un fin de semana buscando alternativas de recreación bien sanas y después que la encuentra tiene que prepararse a una travesía de varias horas por no contar con una transportación adecuada. No estamos hablando de necesidades suntuarias, sino de las más simples que exige cualquier ser humano.

Pero bienestar social es también poder satisfacer esas necesidades con el fruto de tu trabajo y en Cuba esa es una posibilidad que no se garantiza para todos. Ya desde antes de los años 90, cuando el país disfrutaba de una estabilidad económica garantizada por la bondadosa ayuda suministrada por el campo socialista europeo, era visible la diferencia en los niveles de vida entre los diversos sectores poblacionales. Si, por ejemplo, pertenecías a la burocracia estatal, podías tener acceso a determinados bienes y servicios vedados para la inmensa mayoría del pueblo ya sea a través de mecanismos de obtención interna o por vía de los viajes “oficiales” al exterior; si eras una persona vinculada al mercado negro (que siempre ha existido) podías vivir mucho mejor que aquel apegado al trabajo honrado y a los valores y sacrificios espartanos inculcados por la Revolución.

La llamada pirámide social invertida era una realidad incuestionable que se profundizó a partir de las medidas anticrisis adoptadas a partir de 1993, pero en especial con la introducción de la tenencia legal de divisas y con ella el dilema de Hamlet en la vida cotidiana de los cubanos: “tener o no tener divisas”. La respuesta a ese dilema ha impulsado a miles de profesionales a emigrar a trabajos de menor preparación pero mejor remunerados (sobre todo en “chavitos”) que le garantizan una mejoría de su situación económica y la de su familia, emigración que ha provocado una grave crisis laboral en sectores tan estratégicos como la educación.

La causa de que la mayoría de la población cubana aún enfrenten una crisis de su cotidianidad no es solo la tozudez por mantener una política extremadamente igualitaria, que incluso viola la máxima socialista de que cada cual reciba según su trabajo o por apostar a un solo proveedor (el Estado) de bienes y servicios esenciales; la causa también estriba en la fuente del bienestar social: la economía y sus resultados.

Si la economía crece de una forma sostenida y sólida el país contará con suficiente riqueza para poder distribuir e incrementar el bienestar social, si por el contrario, el crecimiento económico no es suficiente o salpicado con problemas, lo que a la larga provoca es que el país termine distribuyendo pobreza. Y esto último es lo que está ocurriendo en la Mayor de las Antillas. Al margen de las estadísticas y metodologías cuestionables de cómo se mide el crecimiento en Cuba, lo cierto es que el mismo tiene lugar con inconsistencias y serias deficiencias estructurales, caracterizadas por ineficiencias en la agricultura, baja oferta y competitividad en las exportaciones, pobre oferta alimentaria e inmobiliaria, entre otras.

Después de 50 años, el vínculo crecimiento económico-bienestar social es débil, problematizado. Hay intención de mejorar el bienestar de la población, pero dicho objetivo es aún una asignatura pendiente de la Revolución.