La exportación de profesionales cubanos es una
actividad de la cual se benefician todos los factores envueltos: el país que
los recibe, el gobierno cubano y el profesional que participa. Mi interés fue
conocer los beneficios que reciben esos profesionales y las condiciones en que
se produce dicha participación.
El referente inmediato son las misiones a
Venezuela, primer país donde Cuba comenzó a practicar en gran escala esta nueva
forma de cooperación, que está dirigida mayormente al área médica.
Las misiones a Venezuela son por un período de
2 años y en algunos casos se puede extender hasta 3 años y ciertamente han
ayudado a diversificar el acceso de divisas en la población cubana. En el país suramericano
al profesional se le paga un salario de $5,600 Bolívares (unos $890 USD) mensuales
y el que devenga en Cuba se le entrega integro a un familiar que designe,
además se le deposita en una cuenta aparte la cantidad de $180 CUC mensualmente
(unos $190 USD). Es decir, que por dos años de trabajo el cooperante acumula
unos $4,320 USD ($108,000 CUP), cantidad que puede ser mayor ya que él o ella tienen
la opción de diferir parte del salario que recibe en Venezuela para que se lo
depositen en la cuenta de CUC.
Antes los colaboradores en Venezuela tenían
como beneficio adicional el de llevar a Cuba, al terminar su misión, medio
contenedor de carga que se usaba fundamentalmente para transportar equipos
eléctricos y electrodomésticos. Ello se eliminó y ahora solo tienen el derecho
de llevar 40 kilogramos en cada vacaciones y al terminar su contrato. Se le
ofreció como alternativa enviar carga adicional a través de una agencia
especializada y un familiar en Cuba paga el importe del envío en CUC.
La exportación de profesionales a Venezuela
sigue el mismo patrón que las misiones a Haití, Bolivia y más reciente a
Brasil: son fruto de convenios intergubernamentales e implica el envío masivo
de personal en períodos planificados. Pero hay otras misiones como a países
africanos, del Medio Oriente e incluso al Caribe Inglés que son producto de un
acuerdo tácito entre los gobiernos pero no implica el movimiento de gran
cantidad de personal ni por períodos específicos. Por general, son misiones más
lucrativas (pueden representar para el profesional cubano hasta más de $1,000
USD mensuales de salario) y no tienen restricciones con relación a la cantidad de
carga que puede llevar de regreso.
Estas colaboraciones se instrumentan de la
siguiente forma: los gobiernos interesados en determinados especialistas lo
solicitan a una empresa de contratación cubana quien tiene un banco de talentos
que se ha nutrido a partir de la
inscripción voluntaria de los profesionales o especialistas. Se envían aquellos que cumplen con
los requisitos exigidos por la parte solicitante, donde el criterio del idioma
es decisivo, y por supuesto también hay envuelto una buena dosis de “amiguismo
o sociolismo” en la selección.
Se ha establecido que un profesional que haya
tenido una misión de la catalogada como “difícil” (Venezuela, Haití, Bolivia y
Brasil) tiene derecho a una misión llamada “de compensación” (más lucrativa).
Pude recoger entre mis interlocutores la
preocupación por la situación en Venezuela y lo que significaría para Cuba la
pérdida de ese valioso aliado económico. La preocupación está focalizada en el
impacto energético (hay temor a la vuelta de los apagones de los años 90) y la
pérdida de esa fuente de ingresos para muchas familias cubanas, porque por muy
centralizada que esté la selección de los posibles cooperantes y los muchos
criterios que puedan existir hay más posibilidades de ir al país suramericano que
ser enviado a Angola o a los Emiratos Arabes Unidos.