Para alguien que visita a Cuba el manejo de
múltiples monedas es un asunto engorroso, sobre todo cuando no tienes la
información precisa de cual unidad monetaria hay que usar para pagar por un
determinado producto o servicio. Por ello, andaba con CUC (pesos convertibles o
chavitos según el término popular) en
un bolsillo, con CUP (pesos cubanos) en otro bolsillo y dólares en la
retaguardia por si necesitaba cambiar más. Pero después de estar un tiempo
observando y conversando con los residentes, el panorama se va esclareciendo y
vas familiarizándote con las áreas de dominio de cada moneda.
En La Habana domina el CUC en lo que concierne
a la venta de productos y servicios de consumo popular y ello aplica al sector
privado como al sector estatal. En este último hay algunos establecimientos que
están aceptando las dos monedas como parte de la transición hacia la anunciada
unificación monetaria. La razón fundamental para que el imperio del CUC haya
anclado en la capital tiene que ver con la mayor afluencia de divisas dado la
fuerte inserción de la ciudad y en general de toda la región occidental en el
mercado mundial a través del comercio exterior, la inversión extranjera, el
turismo y las remesas de la diáspora cubana. Ello es consecuencia de la
consolidación de dicha región como el principal eje de crecimiento y
acumulación del país.
A medida que nos alejamos de la capital en
dirección al este, el imperio del CUP se va haciendo presente. Un ejemplo: el
casco histórico de Bayamo está integrado por un paseo peatonal de unos 500
metros el cual tiene 18 unidades gastronómicas todas estatales, entre
pizzerías, restaurantes variados y cafeterías. Solo una cobra en CUC. Fuera de
esa área proliferan los negocios privados los cuales cobran también en CUP,
aunque pudieran aceptar CUC al cambio correspondiente.
La diferenciación entre La Habana y las otras
provincias es también visible en el campo de los precios. Si una pizza
individual (por cierto, la pizza se ha convertido en el fast food por excelencia en Cuba) puede costar entre $0.50 CUC y $1.00
CUC ($12.50 CUP - $25.00 CUP) en dependencia del lugar donde se confecciona, en
Las Tunas, Holguín y Bayamo vale $5.00 CUP. Esta diferenciación está en sintonía
con la disparidad de niveles de ingresos entre las distintas regiones y ha
ayudado a potenciar un comercio interprovincial que se afianza también en la
complementariedad económica existente entre las provincias cubanas. Por
ejemplo, la provincia Granma, de la cual Bayamo es su capital, garantiza una
oferta a precios relativamente módicos en moneda nacional de renglones alimentarios
como verduras, viandas, cebolla, ajo y carne porcina de la cual se benefician
no solo los bayamenses, sino también habitantes de pueblos y provincias
aledañas. Incluso, habaneros que llegan a la ciudad por diversas razones,
regresan cargados de dichos productos porque son mucho más económicos que los
que se venden en la capital del país. A la misma vez, Bayamo se nutre de productos
industriales de consumo personal (jabones, papel sanitario, pasta de diente,
etc) producidos en otras provincias y que se venden en el territorio o en CUC o
en CUP.
Algo novedoso visto en este viaje es la
expansión del mercado negro en el cambio de moneda en la capital. Lo que hace 2
años era algo incipiente, ahora es una actividad con mucha presencia, incluso,
desde el mismo aeropuerto. En ese lugar fui abordado a la llegada y a la salida
por trabajadores y funcionarios de esa instalación que me ofrecieron comprar o
vender dólares y CUC.
Si en la Casa de Cambio (CADECA) la compra de
dólares es bajo una tasa de $1.00 USD = $0.87 CUC (la tasa oficial es $0.97 CUC
más el 10% de penalidad por usar dólares) y la venta es a $1.03, en el mercado
negro la tasa de cambio fluctúa entre $0.90 CUC y $0.95 CUC para la compra de
dólares y para la venta es entre $1.00 y $1.02.
¿Por qué el mercado negro ha tenido tanto
auge?. Aventuro par de hipótesis. Una puede ser que los agentes que funcionan
en dicho mercado cuentan ahora con más liquidez en diversas monedas para poder
ofrecer un servicio más sistemático. La otra hipótesis está vinculada a la
incertidumbre que se ha generado en la población sobre cuál será la tasa de
cambio que se establecerá entre el peso cubano y el dólar posterior a la
unificación monetaria y cuáles serían los precios para los productos de consumo
popular y para los insumos productivos que resultarían de esa tasa. Esta
incertidumbre está impulsando a diversos sectores a acumular liquidez en
dólares o en moneda nacional para tratar de enfrentar en las mejores
condiciones posibles las decisiones que el gobierno adopte con respecto a la
política cambiaria, lo que ha disparado la demanda en esas monedas, sobre todo
de dólares, demanda que no siempre CADECA puede satisfacer.
El asunto de encontrar una tasa de cambio que
no penalice el consumo y a la misma vez no estrangule al sistema empresarial es
bien complejo. Según me comentaron, las autoridades cubanas no han llegado a un
consenso sobre el particular. Se ha hablado de diversas tasas de cambio,
ninguna por encima de la actual de $1 USD = $25 CUP.
Las empresas estatales comenzaron la transición
hacia la unificación monetaria con la tasa de cambio oficial que ha regido por
muchos años: $1 USD = $1 CUP, tasa que no refleja el verdadero valor de la
moneda cubana y que subsidia la ineficiencia del sistema empresarial cubano.
Sin embargo, algunos economistas me reconocieron que esa misma ineficiencia no
permitiría la sobrevivencia de las empresas estatales si funcionaran a una tasa
superior a $1 USD = $5 CUP.
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